Comprar sangre en el mercado negro, el último recurso de los pacientes ante falta de reactivos #Venezuela

Desde noviembre de 2017, Julio Ramírez ha entrado y salido de quirófano del Hospital Universitario de Caracas (HUC) tres veces. La última vez fue el pasado jueves, 18 de enero, cuando los doctores le dijeron que la cirugía de extracción de un tumor debía ser pospuesta para la semana siguiente por falta de reactivos para evaluar la sangre donada. Sus familiares no aguantaron más e hicieron algo que jamás pensaron que harían: comprar la sangre.
Desde diciembre de 2017 la situación en el banco de sangre del HUC es crítica. Sin los reactivos serológicos provistos por el Ministerio de Salud, los doctores no pueden evaluar las donaciones que llegan al hospital para descartar la presencia de enfermedades como hepatitis B, hepatitis C, VIH sida, sífilis, el virus linfotrópico humano y el mal de chagas.
La falta de respuesta por parte de las autoridades sanitarias y la desesperación frente al deterioro de Julio llevaron a la familia Ramírez a adquirir la sangre por fuera del sistema de salud. La venta del tejido es ilegal y está penado según el artículo 39 de la Ley de Transfusión y Bancos de Sangre. Su traslado también es delicado y debe hacerse en las condiciones adecuadas para garantizar que el humor esté en buen estado.

“Yo no estoy feliz con lo que hice, pero tuve que hacerlo porque mi papá podía morir“, asegura Adriana Ramírez. Esta semana falleció un paciente en el mismo piso en el que se encuentra Julio mientras esperaba que llegara el día de su operación. Adriana se estremece de solo pensar que a su padre, un sexagenario, podría pasarle lo mismo.
Negada a permanecer otra semana más a la espera de una cirugía y con el tumor cerebral de su padre en contra, Adriana se trasladó a una clínica privada en la capital que sabía que podía, de forma clandestina, venderle el tejido. Otra paciente que también compró unidades de sangre para su operación le dijo dónde estaba el sitio.
“Gastamos cuatro millones de bolívares en dos bolsas de sangre que no sabemos si mi papá las va a terminar usando en la operación, pero necesitamos tenerlas por si se presenta una complicación en el quirófano“, relata Adriana. “Capaz al final no las necesita y se las terminan poniendo a otro paciente. A mí nadie me va a devolver eso, ni el dinero ni las unidades”, añade.
El monto, impagable para muchos y que equivale a ocho salarios mínimos, pudo ser cancelado por la familia Ramírez gracias a unas remesas que envió un hermano que vive en el exterior. De ninguna otra forma, asegura Adriana, hubieran podido pagar por el tejido para su padre.
La situación de Julio y su familia se repite en el resto de las habitaciones y salas del otrora hospital referencia en el país. Anteriormente, los pacientes debían esperar una fecha para que se desocupara el quirófano. Ahora aguardan a que haya sangre disponible para trasfundir.
“Yo no he comprado sangre, pero estoy esperando a que me digan cuándo me van a operar para comprarla. Así puedo ir ahorrando”, dice una mujer internada en una de las habitaciones del servicio de Neurocirugía, en el piso 2 del HUC.
Sin los reactivos serológicos, de poco sirve que los pacientes lleven los cuatro donantes solicitados previa operación. Tampoco les basta con completar todos los insumos de la lista que piden en el hospital para ingresar a quirófano, que incluye compresas, guantes y hasta batas para los médicos.

Bancos de sangre en crisis

El pasado 18 de enero la Sociedad Venezolana de Hematología (SVH) denunció públicamente que desde julio de 2017 bancos de sangre de todo el país reportaron fallas en la dotación de reactivos y señalaron al Ministerio de Salud como el único responsable de este déficit.
La SVH y el Grupo Cooperativo de Medicina Transfusional (Gcmt) advirtieron que, de no haber una solución urgente y definitiva a la ausencia de reactivos serológicos, los bancos de sangre están en riesgo de quedar inoperativos.
Sin embargo, pese a haber acudido a instancias nacionales como la Defensoría del Pueblo y el Ministerio de Salud, las advertencias de la SVH aún no han sido contestadas por la parte oficial. Mientras tanto, los médicos permanecen atados de manos y los pacientes desesperan por salvar sus vidas.
Alrededor de 70% de los bancos de sangre de los sectores público y privado están en crisis, según estimó la doctora Maribel Meléndez, secretaria general de la SVH e integrante del Gcmt.

La especialista denunció que las operaciones en el HUC están “prácticamente paralizadas” en la actualidad y que en el banco del centro de salud hay más de 300 bolsas de sangre sin procesar porque la serología se ha convertido en un imposible. Esta situación se ha replicado en otros hospitales, como el Periférico de Catia y el Oncológico Luis Razetti.
Eso lo sabe muy bien Luis Mendes, un joven de 23 años con dos hernias en la columna vertebral y que ha viajado de Cojedes a Caracas en dos ocasiones para la operación. El pasado miércoles 24 de enero, lo devolvieron de quirófano por segunda vez. Ya no porque faltaba un relajante muscular ni porque el anestesiólogo no pudo venir, sino porque no había sangre.
“Tenemos toda la disposición de operarte, pero esto escapa de nuestras manos”, fue lo que le dijeron los médicos a Luis antes de regresarlo a su habitación. “Podemos ver si para la semana que viene conseguimos sangre“, agregaron los galenos.
Luis tuvo que dejar la universidad para atender su salud. Debe viajar cinco horas por carretera para llegar a la capital y pagar 100 mil bolívares por el pasaje ida y vuelta. Adicionalmente, él y su hermano corren con los gastos de comida todos los días y los doctores le advirtieron que la hernia puede impedirle caminar con normalidad si no es operada a tiempo. Esperar no es una opción, pero Luis y su familia esperarán otra semana más.
Actualmente la familia está evaluando la posibilidad de traer la sangre, ya examinada, desde Cojedes. La única solución que encontraron sus “vecinos” de habitación, comprar la sangre de forma clandestina, suena tentadora para la familia.
—¿Tú comprarías la sangre si tuvieras la posibilidad?— preguntó el equipo de Efecto Cocuyo al veinteañero.
—Mira, yo sí la compraría. Ya quiero salir de aquí.
Los nombres de los pacientes de este reportaje fueron cambiados para proteger sus identidades. 




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