La economía informal se multiplica y entre las
actividades que más proliferan “por estas calles”, para la generación de
ingresos diarios, se encuentra la venta del negrito”.
No hay calle, ni vereda en donde no proliferen las ventas ambulantes, incluyendo las de café. Una de esas personas que madruga y busca el sustento por esa vía es Eddis Granado (46), quien se ubica en una calle céntrica de Porlamar, para ofrecer su producto. Como buena estratega publicitaria, espontánea y popular, se “arma” con una sonrisa y expresiones claves para atraer a la clientela. Considera que toda acción debe ir acompañada de palabras adecuadas para generar hasta una sonrisa en alguna ocasión.
-Cuando están muy serios les digo, vendo este cafecito, “el que quema bigotes”, y los hombres se detienen, sonríen y me preguntan, “¿y si no me lo quema?” y yo respondo: “al menos le calienta la boca”, y todos sonríen.
La primera retahila se las lanza a viva voz, cuando la gente baja del bus en las paradas. Entonces ofrece: “El cafecito, el sabrosito, coladito, calientico, negrito y sabroso... compre su café”. Seguidamente habla de precios: a 150, 200, 300, 500 o 600 bolívares, lo cual quiere decir que cobrará de acuerdo a los sorbos que añada a los vasos de plástico.
Mientras algunos ruedan con carritos o se ubican en un sitio específico, con mesas improvisadas sobre las aceras, esta vendedora prefiere colocar el termo en una especie de morral y permanecer de pie. En sitio cercano tiene un recipiente mayor, y acude a éste para “recargar”. Así transcurre su jornada con venta del contenido de unos cinco termos diarios. Es nativa del estado Monagas, con residencia en Margarita desde hace 30 años, tiempo en el cual ha vendido desde perro calientes, hasta el cafecito actual. Considera que el secreto para las ventas es la buena vibra, colarlo bien (no en cafetera), y darlo sin mucha azúcar, porque contrario a lo que algunos piensen si el negrito empalaga, tampoco se lo compran.
El Sol de Margarita / Yanet Escalona