El descanso eterno no existe en camposantos de la zona norte #Anzoategui

Asaltos, hurtos y profanación de tumbas siguen siendo las primeras ideas que llegan a la mente cuando se piensa en cementerios de la zona norte de Anzoátegui
Las quejas por robos de lápidas, techos, rejas y huesos en el cementerio municipal de Bolívar son desestimadas por la dirección del recinto, debido a lo cotidiano de los hechos y la “gran cantidad (de denuncias) que se reportan cada semana”, según testimonios de quienes ofrecen allí sus servicios de albañilería.
Los atracos, el consumo de licor, tumbas enmontadas, árboles que caen sobre los nichos, oscuridad y cables tendidos a mitad de las caminerías son el día a día del lugar.
José Albornoz, quien lleva siete años vendiendo helados en el lugar, contó que a diario, solo por curiosidad, contabiliza hasta siete atracos.
“Cada semana, por lo menos una muchacha sale llorando porque intentaron violarla”, alertó y denunció que en todo el tiempo que lleva como comerciante en el lugar ve presencia policial solo el Día de los Muertos y el Día de las Madres.
El administrador del recinto, Israel Velásquez, reiteró que existe un proyecto de seguridad con los organismos en la entidad, pero que pese a las exigencias sigue congelado.
Usuarios del lugar aseveraron que el abandono ha conllevado al colapso, al punto de que en los últimos años han enterrado cuerpos sobre fosas que ya no son visitadas, por cuestión de espacio.

La falta de terreno llevó a las autoridades a habilitar el cementerio de Mayorquín, en la zona rural del muncipio, pero eso no ha garantizado mejores condiciones. La inseguridad es la protagonista en los sepelios, en los que con armas asaltan a los dolientes.
De acuerdo con los vecinos del camposanto, el lugar no es respetado, puesto que los fines de semana es usado para reuniones de amigos, en las que la parrilla o el sancocho a leña, acompañado por la ingesta de alcohol no puede faltar.
Argimiro García, visitante del cementerio, aseguró que en varias ocasiones ha visto a personas bañarse o cargando agua hasta sus casas de una toma en la entrada, pero que es usada por los albañiles para la construcción de tumbas.
Cementerio de El Paraíso
Colocar flores sobre la lápida de un afecto implica pisar a otros muertos. En el cementerio municipal de Sotillo no se puede transitar por el lugar sin irrespetar el espacio de los demás dolientes.
El camposanto está abarrotado de tumbas, todas puestas sin orden ni pericia, entre diagonal y vertical, como quepa el nuevo muerto.
La visitante Juliana Morao, quien viajó desde Puerto Ordaz para adornar el lugar donde reposan los restos de su madre y hermanos, contó molesta que no hay caminerías, está lleno de escombros y es blanco de robos constantes.
La mujer reclama porque no hay aseo en el sitio. A ella le hurtaron los porrones. Además, le han advertido que por falta de espacio abren las tumbas que tienen más de dos puestos, sacan las urnas viejas e introducen a difuntos que no tienen dónde reposar.
El director del espacio, Gregory Núñez, negó estas denuncias. Aseguró que desde hace tres años ninguna tumba ha sido profanada.
Aseguró que cuando tomaron el cementerio ya las caminerías no existían y aclaró que no puede sacar a un difunto para crear unas nuevas.
Aún queda espacio
El director del cementerio de El Paraíso, en Puerto La Cruz, desestimó que el recinto esté colapsado. Según su adminsitrador, Gregory Núñez, aún les queda espacio. De hecho, cuenta que llevan difuntos desde Barcelona porque ese lugar sí está colapsado. En sus proyectos están contemplados cinco mil nuevos nichos en las montañas aledañas. Pero asegura que ningún gobierno que pase tendrá los recursos para ejecutarlo. Esperan por inversión privada.


ElNorte.com.ve / Y. González / K. Carrizales