Aseguran que las paredes vibran. La rumba de quienes se
estacionan en la segunda etapa de la avenida Costanera de Barcelona
parece que perturba a más de un vecino
Aseguran que las paredes vibran. La rumba de quienes se
estacionan en la segunda etapa de la avenida Costanera de Barcelona
parece que perturba a más de un vecino.
La
farmacéutica Del Valle Velásquez es una de las afectadas. Ella tiene
dos chamas de 6 y 7 años de edad. Vive con su familia en la segunda
planta de una vivienda ubicada en la urbanización El Moriche del sector
Brisas del Mar.
“A las 8:00 de la noche se comienzan
a parar los carros. Desde la ventana de mi cuarto se ve cuando abren
las maletas y empieza el ‘punki, punki”.
La
profesional aseguró que más de 50 autos llegan a la arteria vial. Sus
ocupantes se van armados con cavas y chucherías para pasar un buen rato.
“En
mi casa estamos cansados de llamar al 171 para reportar esta falta de
respeto, pero nos dicen que tienen conocimiento del evento y que van a
enviar a la patrulla que esté más cerca de la zona. Nunca los sacan de
allí”, señaló.
Velásquez relató que el fin de semana
pasado, específicamente de viernes para sábado, una comisión de la
Guardia Nacional Bolivariana (GNB) desalojó a los “rumberos”. Al día
siguiente volvieron al lugar.
Coromoto Reyes vive en la misma urbanización, justo en la calle El Arrendajo.
“Nosotros
somos los más afectados. Por qué no se van hacia el final de la
avenida, donde no hay urbanismos. Allá no molestan a nadie”.
La
asistente administrativa comentó que su yerno se monta en el techo de
la vivienda para hacer fotos y videos y denunciar la situación en las
redes sociales.
Roncan motores
Aseveró
que no sólo escuchan música e ingieren licor, sino que también hacen
piques de carros, y temen que ocurra un accidente y se estrellen contra
el paredón de su residencia.
Contó que hace dos fines
de semana un carro se volcó durante una competencia. El hecho ocurrió
la madrugada del sábado. Cuando el conductor llegó en la mañana con la
grúa, su carro estaba desvalijado.
Carlos Nieto vive en el sector III de Las Casitas y aseguró que la música la escucha como si la tuviera en el patio de su casa.
Su
mamá es una señora de la tercera edad y contó que en las noches, cuando
los rumberos se estacionan allí, se desvela y empieza a sufrir jaqueca.
Tanto
este comerciante como las otras vecinas exigen a los cuerpos de
seguridad que coloquen un punto de control al inicio de la segunda etapa
de la avenida Costanera para evitar el inconveniente.