Con fantasmas o no, los consumidores siguen haciendo
colas en el local porque prefieren amanecer entre espantos que adquirir
el pollo al monto que lo ofertan en otros lugares
Ese día, supuestamente, vio a una mujer vestida de blanco caminando por el Paseo Miranda que desapareció entre los árboles. Su rostro se torna pálido al recordar aquella noche en la que
amaneció en la avenida Constitución de Puerto La Cruz, para comprar
pollo a precio regulado.
“Yo no creo en apariciones, pero puedo jurar que vi un fantasma. Desde ese día he escuchado historias de personas que también han visto espantos mientras hacen la cola en el King del Pollo”, aseguró la ciudadana Samanta Rodríguez.
Ella va una vez a la semana a ese establecimiento comercial, pues allí consigue el kilogramo del rubro a Bs 65 y cada cliente puede llevarse dos unidades, pero desde que vio al supuesto “espanto” prefiere que alguien la acompañe.
Junto a Samanta está Rodrigo Terán, quien supuestamente escuchó una vez, de boca de un camionero, que debajo del mercado municipal hay un cementerio y, al parecer, después de la medianoche se dejan ver algunos “fantasmas” recorriendo los pasillos.
“Pero eso no va a impedir que yo venga a hacer la cola para poder comprar pollo. Le tengo miedo a los vivos, no a los muertos”, dijo.
Toda la noche
Ellos deben llegar al establecimiento a las 8:00 pm y esperar hasta las 7:30 am a que abran las santamarías del negocio para poder adquirir el ave que compite con el precio del mercado municipal porteño, donde el kilo cuesta entre Bs 250 y Bs 300.
Terán comentó que esta es la tercera vez que va al lugar a hacer cola, y siempre observa que llegan, al menos, 100 personas antes de las 5:00 de la madrugada.
“He pasado la noche hablando bien y mal del gobierno, de la escasez y situación económica del país, pero nunca de espantos porque a esos bichos no hay que invocarlos”, manifestó.
A Samanta también le han dicho que en el Paseo Miranda aparece un ave del tamaño de un pelícano, con pico de pato, color negro y ojos rojos, que supuestamente hace correr a todo el que fija su mirada en él.
Con fantasmas o no, los consumidores siguen haciendo colas en el local porque prefieren amanecer entre espantos que adquirir el pollo al monto que lo ofertan en otros lugares que no tienen precios regulados.
“Yo no creo en apariciones, pero puedo jurar que vi un fantasma. Desde ese día he escuchado historias de personas que también han visto espantos mientras hacen la cola en el King del Pollo”, aseguró la ciudadana Samanta Rodríguez.
Ella va una vez a la semana a ese establecimiento comercial, pues allí consigue el kilogramo del rubro a Bs 65 y cada cliente puede llevarse dos unidades, pero desde que vio al supuesto “espanto” prefiere que alguien la acompañe.
Junto a Samanta está Rodrigo Terán, quien supuestamente escuchó una vez, de boca de un camionero, que debajo del mercado municipal hay un cementerio y, al parecer, después de la medianoche se dejan ver algunos “fantasmas” recorriendo los pasillos.
“Pero eso no va a impedir que yo venga a hacer la cola para poder comprar pollo. Le tengo miedo a los vivos, no a los muertos”, dijo.
Toda la noche
Ellos deben llegar al establecimiento a las 8:00 pm y esperar hasta las 7:30 am a que abran las santamarías del negocio para poder adquirir el ave que compite con el precio del mercado municipal porteño, donde el kilo cuesta entre Bs 250 y Bs 300.
Terán comentó que esta es la tercera vez que va al lugar a hacer cola, y siempre observa que llegan, al menos, 100 personas antes de las 5:00 de la madrugada.
“He pasado la noche hablando bien y mal del gobierno, de la escasez y situación económica del país, pero nunca de espantos porque a esos bichos no hay que invocarlos”, manifestó.
A Samanta también le han dicho que en el Paseo Miranda aparece un ave del tamaño de un pelícano, con pico de pato, color negro y ojos rojos, que supuestamente hace correr a todo el que fija su mirada en él.
Con fantasmas o no, los consumidores siguen haciendo colas en el local porque prefieren amanecer entre espantos que adquirir el pollo al monto que lo ofertan en otros lugares que no tienen precios regulados.