La desidia invadió al parque Andrés Eloy Blanco de Puerto La Cruz

Áreas descuidadas, inseguridad, e inconsciencia de los visitantes, han cambiado por completo la imagen del único pulmón natural con que cuenta la capital del municipio Sotillo
 
 Desolado y con menos verdor que hace un par de años está el parque Andrés Eloy Blanco de Puerto La Cruz.
Sus cominerías están intactas, pero lo mismo no se puede decir de la fuente de agua natural que atraviesa su extensa área de dis­tracción y recreación. Se encuen­tra seca y llena de tierra.
A las 6:00 de la mañana abren las cuatro puertas. Es la hora que muchos esperan para entrar a caminar, trotar o hacer sus ejercicios.
Quienes no necesitan horario de acceso son los jóvenes de la calle que, aparentemente, entran en las noches para dormir sobre la poca grama que queda. La cerca perimetral está destruida y ellos tienen libre paso las 24 horas del día.
Sobre los bancos descansan los perros y gatos que abundan en el lugar. Hay quien se queja porque hacen sus necesidades en cualquier sitio.
El único kiosco que está en el parque lo atiende Gladys Ruiz desde hace 14 años. Asegura que en los últimos dos años el lugar ha sido utilizado para abandonar animales. Y es que 24 meses atrás esta zona recreacional no estaba de­solada. La inseguridad espantó a quienes iban a recrearse al lugar.
A pesar de la existencia de una casilla de Polianzoátegui en el interior, los atracos a personas y hurtos de vehículos se han con­vertido en una constante.
“Se llevan las baterías de los carros y a las personas las atracan cuando pasan por los lugares más solitarios”, contó Gladys.
Ella asegura que al parque no le han dejado de realizar su respectivo mantenimiento, y considera que las condiciones en las que actualmente se encuentra se debe a la inconciencia de los visitantes que “destruyen todo”.
En pareja
Lo que, al parecer, poco ha cambiado son las visitas de las “parejitas” que van a demostrar­se su amor sobre las áreas verdes del jardín natural.
A ellos se les ve abrazarse, besarse y acariciarse frente a quienes usan las caminerías durante el día. Poco importan las estatuas de José Gregorio Her­nández o de próceres, cuando de demostraciones de amor se trata.
Dentro de las instalaciones se encuentra una oficina del Instituto Nacional de Parques (Inparques).
Esta se encarga del alquiler de espacios para eventos y mantenimiento de algunas áreas, pero no todos los recursos obtenidos van destinados al An­drés Eloy, por lo que es necesaria la intervención de otros entes para el rescate del mismo.
“El parque es un destino na­tural, turístico y uno de los más reconocidos de la zona. Hay que recuperar sus áreas”, dice Thania Zamora, quien hace ejercicios a diario en el sitio.
Ella asegura estar preocupa­da por el deterioro del lugar y considera que debe ser tomado en cuenta para los próximos proyectos y partidas municipa­les.

Eltiempo.com.ve / Giovanna Pellicani